La píldora mágica (7)
7 octubre, 2019La píldora mágica (9)
5 diciembre, 2019
Cuántas veces me pregunto qué va a ser de mi hij@ cuando yo no esté.
Es un pensamiento recurrente, sobre todo cuando tenemos alguna de esas crisis en que no se le puede decir nada, ni si quiera consolar.
Y qué pensar de la carga que puede quedar para sus herman@s. ¿Lo aceptarán? ¿Se encargarán? ¿Tengo derecho a poner esta mochila sobre sus espaldas?
Realmente lo que yo quiero es que mis hijos e hijas sean felices, pero a l@s otr@s les veo con más capacidad para ello.
¡Y yo mism@ también quiero ser feliz!
De eso viene a hablarme hoy la píldora mágica, de la felicidad.
¿Qué es la felicidad? Es ese estado de placer que nos embriaga en situaciones concretas…
¿Cómo? Sí, he leído bien, en SITUACIONES CONCRETAS. O sea, que no es un estado constante.
Me estoy acordando de Andrés Iniesta. ¡Jo, qué golazo el del Mundial! ¡Qué feliz era! Pero yo le he visto después y no estaba tan feliz como ese día. Claro, fue ese momento, ese día, el siguiente, pero en algún momento se acabó.
El prospecto de la píldora dice que la felicidad no es un estado emocional concreto, es una forma de vida
¿Y esto cómo me lo tomo?
Pues buscando un estado interno de paz, de serenidad y de quietud. Pase lo que pase fuera, no darle a la situación el poder de influir en nosotros.
¿Cómoooo????
Con la que cae en mi casa todos los días ¿cómo me voy a olvidar de lo que pasa a mi alrededor???
Sigo leyendo el prospecto
¿Está realmente en mis manos que mi hij@ sea feliz?
Quizá estoy queriendo controlar su vida, por supuesto por su bien.
Quizá mis pensamientos me hablan de lo que para mí es la felicidad, pero realmente no sé que es para los demás.
Voy a sentarme y a cerrar los ojos…
respirando, serenándome.
Desde la serenidad se ve todo diferente.
Me doy cuenta de que la mejor opción es aceptar.
Me doy cuenta de que es mi resistencia, mis pensamientos, los que me hacen sufrir.
Me doy cuenta de que, a pesar de todo, tengo que dar gracias a la vida por todo lo que recibo.
Sí, tengo un/una hij@ complicad@.
O soy yo mism@ quien padece Tourette.
Pero esta situación me ha hecho madurar y crecer como persona. Me ha hecho más resistente, más valiente, más paciente.
Y todo eso me hace sentir la plenitud de la felicidad. Por un instante, sí, pero ahí está.
Sin embargo, la píldora de la serenidad tiene un problema: Si no me la tomo, no me hace efecto.
Si no la practico a menudo, es como si no riego la planta: se muere.
La serenidad tiene que tomarse con un buen jarabe de fuerza de voluntad. Y yo la tengo. Porque lo demuestro cada día cuando me enfrento con el Tourette.
Respiro y sonrío leyendo el siguiente pensamiento de Lao Tse:
«Cierra tus ojos y verás claramente.
Cesa de escuchar y oirás la verdad.
Permanece en silencio y tu corazón cantará.
No anheles ningún contacto y encontrarás la unión.
Permanece quieto y te mecerá la marea del universo.
Relájate y no necesitarás ninguna fuerza.
Sé paciente y alcanzarás todas las cosas.
Sé humilde y permanecerás entero.
Cuando las cosas anheladas ya no se desean, llegan.
Cuando las cosas temidas ya no se temen, se alejan.»